Por Sole Ytuarte

Los seres humanos somos ante todo seres sociales. Nos construimos, nos identificamos, nos desarrollamos, nos pensamos, desde que venimos a este mundo, en los vínculos que tenemos con otras personas. Vivimos en grupos, en comunidades, en sociedades. Entonces es razonable imaginar la importancia que tiene estar y ser con otros/as, pensarse en una trama de vínculos, que pueden incluir todos los tipos: familiares, de pareja, amistades, laborales, etc.
En el mundo de los negocios y los emprendimientos, la palabra networking se nos impuso como algo casi inexorable. La realidad es que más allá de las modas, el networking, que es una palabra que en su traducción literal significa trabajar en red, tiene muchos beneficios. Y en el mundo de las mujeres, el networking se re-significa para convertirse en un verdadero aliado y casi una forma de vida. Las mujeres promovemos y construimos redes de apoyo, es en ellas en las que nos potenciamos, nos inspiramos, nos animamos a más.
Existen en el mundo infinidad de comunidades, círculos, plataformas, organizaciones que demuestran esta necesidad que tenemos de hacer comunidad.
Pero ¿qué beneficios puede tener trabajar, pensar, hacer, con otras personas?
Como primer beneficio, participar en un grupo, en una comunidad, en una red nos permite y nos alienta a compartir logros y también tropiezos. Además de que compartir estas dos caras de la misma moneda puede ayudarnos a confiar más en nosotras, en las demás y en el proceso, contarlo, ponerlo en palabras, verbalizarlo, o escribirlo nos permite visualizarlo y hacer ajustes, mejoras, o profundizar lo que venimos haciendo. Y además, compartimos conocimiento, que es el siguiente beneficio.
Poder hacer visibles tanto logros como tropiezos, nos abre posibilidades porque les damos lugar a otras personas a no sólo brindarnos su apoyo, recomendaciones, experiencias propias, etc. sino que también podemos inspirarlas, transmitirles algo, o advertirles sobre alguna dificultad, que para nosotras puede ser obvia pero para otras, invisible. Para traducirlo a lo terrenal, alguna app que probamos y que no funciona para nuestros objetivos; alguna tendencia en el mercado que queremos compartir, una noticia que impacta en algún sector o industria, etc., puede ayudar y mucho.
Además, favorece la creatividad y el aprendizaje. La creatividad aumenta cuando las personas trabajan juntas. Esto está vinculado con el punto anterior. En el momento en que nos vinculamos con otra persona, no somos las mismas. Esto sucede en la vida y en los grupos también. Los vínculos nos transforman y nos permiten aprender y crecer. ¿Qué aprendemos? En los vínculos se nos abre la posibilidad de observar el mundo de otras maneras, conocer nuevas miradas, con las que podemos decidir estar o no estar de acuerdo, pero nos enriquecen con nuevas herramientas y recursos para encontrar soluciones a desafíos que podamos tener. Es el espacio en el que le damos lugar a un enfoque múltiple, donde se presentan distintas inquietudes y puntos de vista.
Los grupos y las redes generan más confianza en nosotras mismas. La confianza es algo que se construye, que puede aprenderse, y desarrollarse con mucho autoconocimiento, y con acciones concretas cotidianas. Sin embargo, estar en contacto con otras personas o grupos de personas que tienen sus inquietudes, dudas, incertidumbres, fortalezas, puntos débiles, nos ayuda a identificarnos con ellas y a sentir que no estamos solas. Traer a la conversación las inquietudes compartidas nos habilita a un mundo de nuevas conversaciones, de escucha, y de apertura.
Estas conversaciones generan nuevas oportunidades. En red, hacemos preguntas, respondemos a inquietudes, y generamos un intercambio que se multiplica. Si estamos atentas y dispuestas, a partir de una conversación, o de un espacio grupal en el que participemos, alguien puede considerarnos como fuente confiable y profesional sobre determinados temas, o tenernos en cuenta para algún proyecto conjunto. Sentirnos valoradas, también alimenta la confianza, consolida nuestra tarea diaria y nos acerca al logro de nuestros objetivos.
Trabajar en red, en contacto con otras personas, reduce el stress y nos ayuda a gestionar emociones. Cuando construimos confianza, las tensiones disminuyen. Y esto sucede simplemente porque, si queremos, y estamos preparadas, podemos abrirnos, y exteriorizar lo que nos pasa. Ya sea en forma presencial o virtual, los espacios de colaboración facilitan esta apertura y este espacio para compartir emociones, sensaciones, creencias o pensamientos, que pueden estar limitándonos.
Volviendo a la propuesta del título, lo interesante más que trabajar en red, es pensar, sentir y hacer en red. Los vínculos sostenidos en el tiempo son una construcción diaria que siempre da buenos frutos.
Te invito a que te animes a formar parte de grupos, comunidades, por ahora online, que converses con otras mujeres, que compartas lo que haces y cómo lo haces, tus inquietudes, que hagas preguntas, que puedas pedir ayuda y también ayudar. Te vas a sorprender de la riqueza del intercambio.