
Por Sole Ytuarte
Ya sabemos que existen muchos tipos de inteligencia y ésta en particular es un tipo de inteligencia muy valorada, sobre todo en la actualidad, con el advenimiento de la llamada nueva normalidad.
En las organizaciones donde se prioriza el bienestar, la cooperación, la grupalidad y también la singularidad de cada persona, la inteligencia social es un valor increíblemente poderoso que está conformada por distintas competencias y habilidades.
Según Daniel Goleman, la inteligencia social es la capacidad humana para relacionarse. Ahora, relacionarse, vincularse con otras personas, requiere antes de aprender a relacionarnos con nosotras mismas, a conocernos, a gestionar nuestras emociones, para comunicarnos mejor.
Goleman dice que resulta imposible separar la causa de una emoción del mundo de las relaciones, porque son las relaciones sociales las que movilizan nuestras emociones. En su libro Inteligencia Social, Goleman revela las claves neurológicas de las relaciones humanas y explica que estamos «programados para conectar» con los demás y que las relaciones interpersonales tienen un impacto muy profundo en nuestras vidas. Los seres humanos tenemos una predisposición natural hacia la empatía, la cooperación y el altruismo y, por lo tanto, necesitamos desarrollar la inteligencia social.
Hay quienes definen a la inteligencia social como "llevarse bien con la gente". En realidad, aprender a vincularse no siempre significa llevarse bien, y habría que descifrar qué es para cada persona llevarse bien con otra.
Yo apuesto a una inteligencia social que comienza en mi. Somos seres sociales, nacemos en un vínculo, por lo tanto, antes de siquiera mirar a otra persona, es necesario mirarnos a nosotras mismas.
Entonces, la inteligencia social se compone de tres dimensiones que están íntimamente ligadas entre sí:
Inteligencia intrapersonal: autoconocimiento, gestión de las emociones, confianza, autoestima.
Inteligencia inter-personal: escucha activa, empatía, comunicación asertiva, comunicación no verbal consciente, etc.
Inteligencia grupal: capacidad de colaboración, cooperación, respeto, actitud social, resolución de conflictos, diversidad, etc.
¿Cómo lograr más inteligencia social? El tema es apasionante y extensísimo, pero hoy menciono cuatro conceptos para empezar a desarrollar este tipo de inteligencia.
Conocerse. Esto implica, tener la capacidad de identificar y gestionar emociones, y de tener consciencia de lo que hacemos, para qué lo hacemos. Te permite identificar cuando algo no te está sirviendo, para cambiarlo, para transformar tu forma de observar la realidad. El autoconocimiento te conecta con vos, con tus objetivos, con tus propios recursos para crear, hacer, pensar, sentir.
Escuchar. Primero escucharte a vos misma, y también escuchar a las otras personas. Escuchar más de lo que hablas. Aprender a interpretarlas. Conectarte con sus inquietudes. La escucha activa te permite aprender a través de las miradas ajenas, de los múltiples puntos de vista con los que es posible mirar el mundo. Y el aprendizaje te transforma.
Cooperación y colaboración: si hay algo en este mundo a lo que debemos adaptarnos es el trabajo colaborativo y a la cooperación grupal. En realidad, no hay que irse muy lejos para implementar estos conceptos. En el ámbito de la familia, como sistema social, podemos practicarlos. Las organizaciones en sus estrategias y aún en sus espacios físicos privilegian cada vez más el hacer grupal, hacia objetivos compartidos. Como las piezas de un rompecabezas, cada persona aporta valor desde su singularidad y acepta los saberes y singularidades de las demás personas que conforman un equipo. Un grupo en el que existe la cooperación y la colaboración, puede alcanzar el máximo potencial de sus integrantes.
Comunicación asertiva: la comunicación forma parte de los vínculos, es intrínseca a ellos. Es importante además de saber escuchar, tener la habilidad de transmitir mensajes claros de una forma abierta directa, honesta, respetuosa, coherente. para lograr comunicarnos en forma asertiva es necesario aprender a despojarnos de juicios y pre-conceptos. Cuando vamos a abordar una conversación difícil, por ejemplo, es necesario saber que no tenemos toda la información, sólo una parte. Ser consciente de todo esto, entrenar este tipo de comunicación, forma parte de la inteligencia social y nos acerca, como siempre digo, al bienestar.